A dos meses de que el magisterio nacional iniciara un movimiento al cual se le sumaron los demás sectores sindicales y luego, con el tiempo, organizaciones sociales, queda claro que el gobierno de Carlos Alvarado, un progresista liberal sin ninguna diferencia respecto a sus antecesores de todos los colores, mantiene su férrea defensa del sector dominante de la sociedad mientras la emprende en contra de la clase trabajadora, aquella que conscientemente ha salido a luchar y contra aquella misma que le apoya sin tener la claridad meridiana al respecto.
Este movimiento se ha sostenido, en mayor parte, porque el magisterio ha sido el motor y músculo durante to-do el proceso, dando particular énfasis al método asambleario para la toma de decisiones, razón por la cual se ha sostenido en el tiempo a pesar de sus propias dirigencias. Aunque no faltan las voces de la incredulidad y las aseveraciones a la manipulación, lo cierto es que las bases sindicales y del movimiento social, son las que se han mantenido firmes ante todos los intentos de intimidación que han venido por todos los flancos, pero muy en especial desde Casa Presidencial y el Ministerio de Educación Pública que, desde la ignorancia sobre lo que implica el estado de derecho que les tiene ahí, han intentado someter la voluntad de miles de educadores y educadoras con escaso éxito, generando más bien un descontento severo hacia la autoridad gubernamental.
Hacía muchos años no se veía una unidad sindical en Costa Rica de este calibre, si bien no se trata de un sindicalismo revolucionario, no cabe duda que la conscienciación sobre el proceso vivido ha sido toda una escuela para el sector educativo que podría cimentar las bases para un futuro choque de alto impacto social, especialmente cuando la seguridad social entre en riesgo de ser privatizada. Estas enseñanzas y aprendizajes, no exentas de enormes deficiencias y errores, pueden ayudar a fortalecer las luchas sociales para los años venideros o sepultar definitivamente el sindicalismo, último reducto de resistencia bajo la dinámica del estado.
Sin embargo, desde A de Libertad instamos a la sociedad en general a buscar otras formas de organización social, aquellas que planteen el apoyo mutuo entre las personas, entre los barrios y las comunidades para auto-gestionarse y dejar de depender de las políticas estatales, externas y coyunturales y plantear, más bien, un pro-grama sostenido al mediano y largo plazo, basado en las propias experiencias, intereses y necesidades de las comunidades.
Repudiamos todas las maniobras rastreras del presidente Carlos Alvarado y su ministro de educación Edgar Mora para tratar de liquidar la huelga. De igual forma, denunciamos que el presidente Alvarado ha amenazado con los precios del dólar bajo el supuesto de la no aprobación del plan fiscal, lo cual es una to-tal mentira y no existe ninguna relación directa entre ambos fenómenos. Pero sí reconocemos que el Banco Central está llevando a cabo esta política en contubernio con el gobierno sin importar el costo económico que esto está trayendo y traerá a las familias costarricenses, tanto por créditos como el inminente aumento del costo de la vida.
Mantenemos nuestro rotundo rechazo al combo fiscal que promueve el gobierno de Carlos Alvarado y man-tenemos nuestra solidaridad con quienes luchan en estos momentos, firmes en contra del terrorismo de estado y mediático. Hacemos el llamado para construir una alternativa política y social. Las soluciones al futuro habrán de pasar por nuevas formas de hacerlas cosas y en A de Libertad cuentan con nuestro apoyo y con todo lo que podamos ofrecer desde nuestras posibilidades.