Este año el cocodrilo torturado y preso en la «lagarteada» en Ortega de Bolsón, Santa Cruz, Guanacaste fue asesinado durante la cruel tradición, y aun así los responsables (lagarteros y alcaldesa de Santa Cruz) continúan asegurando que no hubo maltrato, que murió por “accidente”. Luego de que el cocodrilo al amarrarle el hocico sufriera una asfixiara con su propio vómito, fue asesinado por el especismo y ahogado por una tradición. Por otro lado el Estado luego de años dando permisos para la actividad por medio del MINAE, hasta ahora con un comunicado emitido por lo que sucedió se cuestiona que pueda existir maltrato animal en la “lagarteada”:
“Debido a lo acontecido, se debe replantear la conveniencia de permitir en lo sucesivo esta actividad que, aunque fue avalada por su valor cultural por una resolución de la Sala Cuarta, desde el punto de vista bioético y de bienestar es inaceptable, así como por la Ley de Conservación de Vida Silvestre», menciona el MINAE.
La actividad se realiza cada viernes santo, pues la tradición así lo dicta, dice la creencia popular que en ese día los poderes curativos de la grasa del lagarto se incrementan. Los lagarteros colocan un trasmallo alrededor de donde creen se encuentra sumergido el cocodrilo, y poco a poco le dan cacería, unos 50 lagarteros armados con palos van golpeando el agua y haciendo ruido para que el animal se dirija hacia la red. Por lo general el cocodrilo es atrapado después de varias horas de angustia por no saber que es lo que pasa, de resistirse y luchar por su libertad.
Hace décadas los lagarteros atrapaban al cocodrilo y tras exhibirlo en la comunidad de Ortega para que todas las personas conocieran la “fiera” lo sacrificaban para aprovechar su carne, su piel, pero en especial su grasa. A la grasa del animal le atribuyen propiedades para sanar heridas, tos, bronquitis, para combatir la diabetes, el asma en fin para prácticamente cualquier mal, aunque hace años que no se sacrifica al cocodrilo. Actualmente tras amarrarle el hocico y las patas, y vendarle los ojos lo llevan hasta el pueblo donde es recibido por una multitud (unas 3000 personas) que victorea a los “valientes” lagarteros y celebran la llegada del animal “símbolo” del lugar, un día después de exhibirlo es devuelto a su hábitat, en una actividad que ademas les trae beneficios económicos, pues se ha convertido en un gran atractivo turístico.
Los lagarteros aseguran que los cocodrilos no sufren, ni son maltratados durante la “lagarteada”, aunque con la descripción de la actividad podemos comprobar que esa afirmación no es cierta. Es evidente que el tener durante varias horas a 50 personas alrededor, amenazando, golpeando con un palo y gritando, así como una red que no deja escapar al cocodrilo es maltrato animal, es tortura. Por otro lado, luego de intentar huir durante varias horas de las agresiones de humanos el cocodrilo es atrapado, se le inmoviliza amarrando su hocico, sus patas y tapando sus ojos, se le mantiene preso hasta el otro día, fuera de su hábitat y rodeado de unas 3000 personas, algo a lo que claramente no se encuentra acostumbrado y que de nuevo nos evidencia que si es maltrato y tortura animal, que aunque en años anteriores no se le asesinara de igual manera se le generaba estrés, sufrimiento psicológico y maltrato físico, y no hay que ser veterinario o biologa para entenderlo.
También es cuestionable el pensar que los lagarteros son unos hombres muy valientes por enfrentarse armados con palos, 50 a 1 contra el cocodrilo. Esta idea es reforzada por la creencia de que los cocodrilos y otros animales son violentos por naturaleza, pero lo que en realidad nos negamos a ver es que los violentos son los humanos que invaden su territorio, que destruyen la tierra y el hábitat de los animales, que imponen situaciones a las que no se encuentran acostumbrados. Lo realmente violento es perpetuar estas tradiciones, es la educación patriarcal y especista, que genera machitos violentos y autoritarios con deseos de dominar la tierra y los demás animales.
Esta actividad, así como muchas otras se sostienen en el especismo antropocentrista, el antropocentrismo coloca al humano como centro del universo, mientras que el especismo coloca determinada especie por encima de las otras especies animales generando una discriminación en función de la especie a la que se pertenece, esto nos lleva a colocar los intereses humanos por encima de las necesidades e intereses de los demás animales y de la tierra, a no tener en consideración a las otras y justificar así la dominación. Podemos ver como el especismo y el antropocentrismo se manifiestan en muchas tradiciones y otras actividades no tan tradicionales, volviéndose en muchos casos incuestionables aunque le generen grandes daños a otros de manera innecesarias, por ejemplo las corridas de toros, los topes, el chancho encebado, la cacería, los zoológicos, la experimentación animal, el consumo de carne, de lácteos y otros productos de origen animal, que esclaviza, tortura y asesina cientos de millones de animales; así como la agroindustria moderna (monocultivos, pesticidas, fertilizantes) y el “progreso” (megaproyectos, minería, represas, urbanización, etc) que destruye el hábitat de millones de animales y genera grandes daños ecológicos.
Nosotras tenemos claro quienes son los responsables del maltrato animal que sucedió este año y los anteriores en las “lagarteadas”, así como lo que ocurre con otros animales en otras tradiciones y actividades humanas, que seguirá pasando si no hacemos nada. Tenemos claro que hay que combatirlo, y construir otras formas de relacionarnos con la tierra y los demás animales, que se escapen de las lógicas autoritarias de dominación y explotación. Les invitamos a organizarse para que esos cambios se den más rápido, sin depositar ilusamente en quienes nos dominan y explotan (Estado, Empresas, etc) lo que tenemos que construir nosotras mismas.
Frente de Resistencia Animal y de la Tierra