La mujer y el patriarcado

A propósito de un artículo que publicara un partido denominado comunista en Argentina [*] sobre la relación entre el capitalismo y el patriarcalismo o entre el comunismo y el feminismo, se puede hacer un esbozo necesario sobre lo que, desde quienes aspiran a la libertad, se concibe esta estrecha relación de las mujeres y el sistema patriarcal instaurado desde hace milenios en la Tierra. Esto porque, desde las discusiones planteadas en espacios más reducidos, han crecido algunas ideas inacabadas sobre las implicaciones del actual sistema de valores en las relaciones humanas de hoy. A propósito de ese texto tan polémico, se puede hacer un breve análisis de cómo se concibe desde los grupos e individualidades libres que lo discutieron últimamente.

Lo primero es que el feminismo no es la lucha contra los hombres, sino la lucha por la igualdad plena en condiciones y derechos. Plantearlo así sería caer en la misantropía. La conquista de la plena igualdad solo puede darse por medio del combate a todas las formas y manifestaciones en que la opresión se presenta, sean estas de poder, género, explotación socioeconómica, entre otras. Hombres y mujeres luchan por liberarse de todas sus cadenas, pero en definitiva, la mujer tiene más cadenas por romper. Sin embargo, no es el hombre su enemigo, es el sistema patriarcal que, a través de prácticas abiertas o solapadas, se impone y coarta su proceso de liberación. Estas prácticas se manifiestan en hombres y mujeres, pero son los hombres quienes más lo reproducen, especialmente por medio de la violencia directa y la institucionalizada, porque la naturaleza del sistema es masculino.

Se coincide en que no puede confiarse en el Estado ni en las leyes capitalistas para alcanzar una solución al problema de las mujeres ni de la clase trabajadora en general. Mas se difiere en el hecho de que la naturaleza del Estado es solo una, por tanto no importa cómo se muestre este, siempre tenderá a reproducir los mecanismos de opresión sobre todas y todos. Tanto es así que el Estado es solo un instrumento más del patriarcado, por tanto es posterior a este. Existe una base material que le da sustento, que coincide con la transformación económica y social de la caza-recolección a la domesticación de plantas y animales. Extraña, por tanto, que una organización política que se dice materialista, obvie algo tan fundamental.

El otro punto discordante se ubica en ese hecho de “hermanar” a una inmigrante precarizada con Hilary Clinton. Tal cosa sería reducir a un asunto meramente de clase al feminismo y tal cosa no es así. La clase es solo una forma de analizar la lucha feminista y el patriarcado, pero no es la única y, por sus características, no podría serlo. Esto se debe a que el patriarcado es transversal a las clases sociales, al igual que el racismo o la homofobia; es decir que afecta a todas las clases en mayor o menor medida. Sin embargo, no cabe duda que la condición de clase incide todavía más en la opresión que puede recibir la mujer, mas no es la única. El hecho de que exista una mujer con algún grado de poder, no implica que esta vaya a luchar por los derechos de sus iguales. El patriarcado es una manifestación del poder y, mientras hombres y mujeres ocupen puestos de poder, seguirán perpetuándose las relaciones patriarcales.

Luego se dice que no existen dos sistemas diferentes: patriarcado y capitalismo. Sin embargo, aseverar esto complica el asunto pues convierte ambos conceptos en uno solo. Parece que se obvia el hecho de que el patriarcado es anterior al capitalismo. Esto quiere decir que existió en la época feudal y antigua, y que existe incluso en las sociedades autodenominadas socialistas. El patriarcado, como sistema ideológico, nace de las relaciones de desigualdad producto de la división del trabajo hace unos diez mil años, y se ha acoplado perfectamente a cada sistema económico; y cada sistema económico lo ha abrazado pues colabora para que se reproduzcan esas mismas relaciones que sustentan la desigualdad, la opresión y la explotación.

En resumen, el sistema patriarcal es tan antiguo como las primeras formas de organización jerarquizadas, producto de la revolución neolítica. Es, por tanto, una manifestación del poder que se instrumentaliza e institucionaliza a través de diferentes mecanismos para su reproducción, tal es el caso del Estado, el matrimonio o el trabajo. La tesis planteada es que para ir destruyendo al patriarcado, no basta con destruir el capitalismo. Es fundamental la destrucción de las formas de dominación: el Estado es la más importante pero no la única. Pues así como el capitalismo renace en cualquier forma de estado, el patriarcado se reproduce también por cualquier institución que mantenga la situación de opresión, desigualdad y explotación.

Este es un pequeño aporte inacabado, con necesidad de ser revisado constantemente. No se plantea como verdad ni como representante de un pensamiento o imaginario. Algunas ideas solo forman parte de las discusiones que, desde quienes aspiran a la libertad, se han esbozado en algún momento, pero que están en el interminable proceso de construcción. Lo demás es parte de las ideas de quien escribe. Es fundamental todavía hacer una relación del patriarcado y la religión, profundizar más en el Estado y otro más respecto al capitalismo. En otras oportunidades se podrá discutir.

Nota
[*] Partido Socialista de los Trabajadores Unificado (2017) ¿Marxismo o feminismo? Recuperado de http://www.pstu.com.ar/marxismo-o-feminismo/

 

José Solano